miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cuento de noviembre

Un buen día, en una ruidosa clase de un instituto de Cádiz, dos compañeros estaban hablando amigablemente.
Pedro, que así se llamaba uno, dijo a Joaquín que no sabía que hacer, porque por su comunión, le habían contado sus primos, que sus tíos le iban a hacer un regalo. El regalo era un viaje a Egipto durante un mes con quien el quisiese y con todos los gastos pagados.
Pero que él no quería porque prefería quedar con sus amigos ya que Egipto no le gustaba.
Joaquín, le respondió con una fabula.
En la antigüedad un rey muy poderoso le dijo a sus nobles que hicieran una justa. El ganador se llevaría el mejor caballo del rey, Relámpago, que era blanco como la nieve y corría más veloz que ningún otro. La justa se celebró y los caballeros intentaron esforzarse lo mejor que pudieron, pero solo uno consiguió la victoria final. El ganador fue el Conde Evaristo que era conocido por su arrogancia y estupidez, aunque era el más temido por todos.
El único que se atrevía a dirigirse a él era el mismo rey.
Como había prometido, el rey fue con su corte al feudo de Evaristo donde este le esperaba.
El rey entró de una forma muy llamativa con el caballo lleno de oro.
-Aquí tiene usted el más preciado corcel, gran noble.
-Muchas gracias, mi señor.
El rey quitó a Relámpago su armadura de oro y el conde se enfureció.
-¡Mi señor, si vos le quitáis al caballo su dorada armadura, le quitará toda su gracia!
-Lo más valioso no es el oro, sino el caballo, para eso luchó en la justa.
-No sé si se ha dado cuenta de que es viejo, esta gordo, y que en dos años ya habrá muerto y no servirá de nada. Si me diese el oro podría comprar uno mejor, más joven y adiestrarlo…
El rey, iracundo, cogió el caballo y lo llevó con su corte para regresar al castillo.
Así, el conde quedó sin caballo, sin oro y habiendo perdido esfuerzo y dinero en una justa sin premio.
Por eso dice el dicho, << a caballo regalado no le mires los dientes>>.
Pedro dijo que iba a seguir el consejo de Joaquín y qué le había gustado mucho. Recapacito y pensó que lo mejor sería aceptar el viaje y llevarse a sus amigos con él.
Joaquín se alegró mucho de que hubiera seguido su consejo.
Como a Irene le gusto mucho la fábula, la puso en su redacción de lengua junta con dos versos:

No te fijes en los defectos de lo que has lograd,
Se feliz con lo que tienes y has ganado

Primera redacción de 3º. Cuento de octubre

Rodrigo salió de la capilla a paso ligero. La lluvia mojaba su túnica marrón como la corteza de un árbol.
Estaba próximo a la verja cuando se encontró con Pablo Fernández
Este le dijo una cosa que le sorprendió muchísimo.
-¡Rodrigo, Rodrigo! ha desaparecido la biblia copiada del convento ¡la habíamos terminado ayer, nos ha costado años!
-No puede ser… ¿no tienes ninguna idea de quien a podido haberla robado?
-No…pero tú eres muy astuto, tú puedes averiguarlo
-Intentaré investigar
Así pues, Rodrigo se recorrió el feudo pero nadie sabía. Hasta preguntó a un caballero, pero nada.
Cuando había perdió la esperanza, llego a su casa y nada más entrar el recinto, se percató de que tenía la puerta abierta, Dentro estaba el cadáver de un hombre deformado que sostenía el libro cubierto de sangre.
Corrió al convento y se lo contó a todo el mundo. Al parecer nadie conocía al chico, que fue enterrado.
Rodrigo, se encerró en la biblioteca donde había una galería y se dio cuenta de que el hombre pintado en el tríptico era el mismo que el que había enterrado hacía unas pocas horas. Corrió a su tumba y estaba vacía.
Pasados unos años la historia siguió allí, y se quedó como un misterio.
Los sucesos se convirtieron en leyenda que fue contada a lo largo de los siglos, hasta nuestros días.
Los cristianos lo cuentan como un milagro en el que el hombre deformado era en realidad San Cristóbal, que se había presentado para salvar la biblia.

miércoles, 6 de octubre de 2010

NUEVO CURSO!

El blog de 2ºB va a ser utilizado también para la clase de lengua de 3ºA

lunes, 14 de junio de 2010

CUENTO DE JUNIO


Era el año 1938. Federico estaba en plena guerra Civil y no sabía que sería de su vida.
Tenía diecinueve años, y era un chico tan atractivo que muchísimas mujeres le cortejaban e insinuaban que las pidiera matrimonio, pero él era un hombre de guerra, y aunque le hubiese encantado tener siete hijos y una buena esposa, prefería luchar contra los rojos.
En ese momento, cuando se planteaba su futuro, pensó en que quizás hubiese sido mejor casarse con Petra, una muchacha de dieciséis muy hermosa, con los cabellos dorados.
<< ¿Pero qué estoy diciendo?>> pensó Federico << la chica era una traidora a toda su familia, no se merecía un hombre como yo>>. Esas palabras le reconfortaron más que nada.
Pero justo en ese instante un camión paró su motor en la puerta de su casa.
Un hombre llamó a la puerta.
- Es la hora debemos irnos a Madrid, hay mucha resistencia. ¿Tienes todo?
-Sí. Estoy listo y ansioso ¿cuántas horas será ? - Dijo Federico desinteresado y nervioso al mismo tiempo, aunque el hombre no se percató.
-Pues…c reo que cinco, ya que tenemos que hacer escala en Ciudad Real. Hay que recoger a tu amigo Federico.
-Perfecto pues allá vamos.
Subieron al camión y Federico echó el último vistazo a su casa, blanca como la cal. Con una escalera exterior camuflada con las enredaderas.
No sabía que esa sería la última vez que la vería, ya que unos meses más tarde volvería como soldado consagrado, pero no encontraría ni rastro de su casa ni de su persona.
El viaje duró cuatro horas y media. El hombre que había llamado a Federico, contó a este que otro soldado le dijo que no estaría mucho tiempo. Que su familia tenía muchas influencias y no dejaría que muriese en el campo de batalla.
Federico no sabía si sentirse bien o no. Un sentimiento irracional le dijo que eso era como hacer trampas.
Seis meses después, la ciudad de Madrid estaba arrasada .El bando franquista había ganado, pero a un precio incalculable.
Toda la calle estaba llena de cadáveres sangrando, algunos en descomposición. El aire era putrefacto.
Hubo una gran fiesta en las calles, entre los muertos.
Los ganadores triunfando sobre las personas que no habían podido defenderse de verdad.
No se quedó a la fiesta .Fue andando por las calles y de repente se encontró el cadáver del hombre con el que había charlado hacía seis meses antes.
No podía ni imaginarse que había formado parte de esa masacre.
Se montó en un coche que tenía las llaves puestas, se secó el sudor de la frente retirándose su pelo negro e inició el viaje de vuelta a casa.
Cuando llegó no había nada. No quedaba ninguna cosa que delatase que él había vivido allí.
Se sentó sobre una roca y sacó el ABC .En él no había más que publicidad para Franco.
No buscó lo que encontraba, algo que le dijese que había pasado allí.
Entonces, con el traje manchado de la sangre de todas las personas que había matado, sacó una pistola y se suicidó, haciendo que la suya se fundiese con la otra.
Su último pensamiento fue que la guerra vuelve fanáticos a los hombres, pero a él le volvió loco.

sábado, 5 de junio de 2010

MIGUEL HERNANDEZ



Miguel Hernández Gilabert nació en Orihuela el 30 de octubre de 1910. La familia de Miguel estaba compuesta por el matrimonio, un niño, Vicente , y una niña, Elvira. El padre, Miguel Hernández Sánchez, se dedicaba a la crianza y pastoreo de ganado. Su madre, Concepción Gilabert Giner, se ocupaba de la casa. El matrimonio tuvo, en total, siete hijos, de los que sólo sobrevivieron cuatro: Vicente, Elvira, Miguel y Encarnación.
A los cuatros años del nacimiento de Miguel, su padre decide trasladar el hogar familiar a una casa más amplia, situada en la calle Arriba (actualmente Casa Museo). La infancia del poeta transcurre entre los juegos y el trabajo. Desde los siete años ayuda a su hermano Vicente en las tareas del pastoreo, aprendiendo de él este oficio.

Su padre consigue que le admitan en las Escuelas del Ave María, anexas al Colegio Santo Domingo. A la edad de nueve años se inicia el aprendizaje escolar de Miguel.

En el curso de 1924 se incorpora Miguel a las clases, donde también estudiaba Ramón Sijé, el que más tarde sería su gran amigo. Pronto destaca el interés de Miguel por la lectura y los estudios, consiguiendo excelentes calificaciones. En marzo de 1925 tiene que abandonar sus estudios en el Colegio Santo Domingo ante la crisis económica que atraviesa su familia.
Su padre le necesita para atender el ganado pero, pese a todo, él aprovecha sus horas de pastoreo en la sierra para seguir estudiando. Miguel se convierte en un asiduo visitante de la biblioteca de Luis Almarcha, sacerdote y canónigo de la catedral oriolana.
Allí descubre a los principales escritores clásicos de lengua española, así como traducciones de escritores griegos y latinos. En esta etapa también se siente atraido por el teatro. Lee con avidez la colección teatral "La Farsa" y junto con otros amigos forman un grupo teatral. Miguel representa diversos papeles en actuaciones realizadas en la Casa del Pueblo y en el Círculo Católico.

Muerte: En febrero de 1937 es destinado en Andalucía al "Altavoz del Frente". En marzo se casa con Josefina Manresa. Participa en el II Congreso Internacional de Intelectuales en Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia. Realiza un viaje a la URSS, formando parte de una delegación española enviada por el Ministerio de Instrucción Pública, para asistir al V Festival de Teatro Soviético. Se publican Viento del Pueblo, Teatro en la guerra y El labrador de más aire. En diciembre nace su primer hijo, Manuel Ramón.
En otoño de 1938 muere su hijo y ello provoca una serie de poemas que anuncia en su libro Cancionero y romancero de ausencias. Escribe el drama Pastor de la muerte. Actúa como soldado, y como poeta, en diversos frentes.


En 1939 nace su segundo hijo, Manuel Miguel. En abril el general Franco declara concluida la guerra. Miguel intenta escaparse a Portugal, pero se lo impide la policía portuguesa y es entregado a la Guardia Civil fronteriza. Tras su paso por Huelva y Sevilla, en la prisión de Torrijos en Madrid, donde compone las famosas "Nanas de la cebolla". Puesto, inesperadamente, en libertad, es detenido de nuevo en Orihuela. En 1940 se le traslada a la prisión de la plaza de Conde de Toreno en Madrid. Es condenado a la pena de muerte.

Más tarde la condena es conmutada por la de 30 años de prisión. En septiembre, es trasladado a la prisión de Palencia y en noviembre, al penal de Ocaña.
En 1941 es trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante. Se manifiesta una grave afección pulmonar que se complica con tuberculosis.

En 1942 muere en la enfermería de la prisión alicantina y es enterrado en el cementerio de Nuestra Señora del Remedio de Alicante. Contaba, a su muerte, con 31 años de edad.

CUENTO DE MAYO



Se llamaba Darío. Era un hombre de 1’60, muy flaco, con pelo negro canoso y envejecido.
Tendría más o menos 50 años.
Llevaba puesta una camisa azul, rota, de la que no se había desprendido desde los 30 años, y unos pantalones negros manchados de polvo.
Su única compañía eran un perro marrón claro que le había acompañado desde hacía ya 15 años y un gato blanco como la nieve.
Se ponían todos los días , a las tres, a pedir en el metro.
Ganaba unos 20 euros al día, como mucho,pero para él era más que suficiente.
Al caer la noche se iban debajo de un puente, detrás de unos matorrales muy frondosos, de un verde intenso.
Él, no consumía droga, algo raro después de tantos años en las calles, pero si bebía mucho para calentarse y olvidarse del frio.
Un día Darío se situaba en el metro pidiendo limosna cuando unos hombres se le acercaron.
Le preguntaron que si alguna vez había estudiado algo, el dijo que no pero que siempre soñó con ser profesor.
Los señores le contestaron que eso estaba bien.
Asintió con la cabeza a los demás y empezó a decir, con voz alegre que estaba creando una ciudad en el que las personas como el tuvieron una oportunidad de empezar de cero.
Darío se sorprendió mucho y se empezó a reír.
Ellos le miraban muy seriamente.
Después, Darío al ver que no era broma, pregunto que tenía que dar a cambio.
-¿A Cambio? Debes ayudarnos eso es todo, tu buena voluntad hará lo demás… - sonrío un hombre castaño.
-Aprenderás a ser un buen profesor...ya verás

-Creo que soy capaz…Muchas gracias por confiar en mí, de verdad.

Bueno, ya somos mucha gente, cuantos más mejor - Sus ojos, brillaban de forma maliciosa, aunque Darío no se dio cuenta.

El hombre fue llevado en coche al lugar. Era la ciudad más hermosa que había visto... Le recordaba a Italia. A Marsella... una ciudad que había visitado en su juventud y él había dejado una profunda huella
Dos meses más tarde la gran ciudad fue poblada con gente de todo tipo, como Darío.

El vagabundo se preguntó como habían conseguido aquello y cuando dinero tendría que haber hecho falta.
La ciudad tuvo mucho éxito, lejos de cualquier maldad del mundo exterior. Era un gran refugio para todas las personas.
Darío vivió el período más feliz de su vida, y nunca jamás volvió a pasar hambre.



-¿Vuelve a delirar?-pregunto un hombre
-Sí, creo que los fármacos no le sientas muy bien… a lo mejor le hemos dado demasiados en un día - el hombre moreno rio a carcajadas.
-Ya se recuperará. Nadie preguntará por él.

Darío escuchó levemente lo que estaban hablando, y volvió a sumirse en su sueño eterno, en su ciudad perfecta, en la ciudad de los sueños.

jueves, 15 de abril de 2010

Cuento de Abril corregido.


En una noche de estrellas brillantes en un cielo oscuro y misterioso, solo una casa estaba despierta, encendida, alumbrando la ciudad. En esta casa, vivía una familia que solo constaba de dos miembros: una madrastra y su hija.
Las dos nunca se relacionaban ya que nada las unía.
El padre de Sua-hin (que así se llamaba la niña) había muerto en la guerra y la había dejado con su pareja de ese momento, una mujer de mirada penetrante y sonrisa maliciosa a la que no le gustaba nada Sua-hin
La muchacha había nacido en Japón y había heredado de su madre un pelo largo, precioso, castaño… y unos ojos hermosos y oscuros que ahora mostraban su infelicidad.
Esa noche, la madrastra de Sua-hin la ordenaba que la cosiese un vestido precioso porque ella tenía una fiesta la noche siguiente y se lo había roto.
Después se fue de la casa a dar un paseo en la oscuridad.
La niña, que apenas tenía 10 años, empezó a coser el vestido con las manos ya que no tenía agujas.
Intentaba hacerlo lo más rápido que podía pero siempre se acababa hiriendo manos del esfuerzo. Al final le acabaron sangrando.
Corrió al baño y se lavó. Aplico un poco de desinfectante y se vendó las manos para poder seguir cosiendo.
En ese instante su madrastra entró y descubrió que el vestido no estaba terminado.
Sua-hin se excusó diciendo que se había hecho daño a causa del esfuerzo.
La mujer la miraba con cara de asco e indiferencia y le propinó un gran tortazo en la cara.
La muchacha aguantó y no lloró como al principio hacía: ya estaba acostumbrada.
Fue encerrada en su pequeña habitación en la que solo se encontraba su cama y un armario de madera muy viejo, carcomido por el tiempo.
Se tumbó en la cama, no aguantando más se quedó dormida, no quería ceder ante las lágrimas que asomaban por sus grandes ojos.
A la mañana siguiente, despertó temprano y preparó el desayuno para las dos: arroz con salmón.
Pasaron unas horas y la madrastra despertó. Comentó a Sua-hin que saldría a comer fuera y se largó.
Se intentó concentrar en el trabajo del vestido pero de repente un sonido la alarmó: estaban forzando la puerta.
Entraron unos hombres hablando en susurros muy apresuradamente.
La dijeron que no tenía por qué tener miedo, la chica se había escondido debajo de la mesa y estaba temblando, que ellos la llevarían a otro lugar porque habían estado investigando a la mujer que vivía con ella y era peligrosa.
Que todas esas veces que salía a cenar estaba traficando con niños y pensaba hacer lo mismo con ella…
Pasaron unos 17 años, y Sua-hin releía su libro, que relataba lo que la había sucedido en el pasado. Intentaba que todo el mundo se uniese en una causa: la lucha contra la esclavitud infantil.
Ella no quería permitir que aún en esos tiempos siguiese habiendo y haría todo lo posible para que todos los niños, hubiesen tenido una oportunidad, como le pasó a ella.

martes, 9 de marzo de 2010

CUENTO DE MARZO.


Todos los años, el 17 de octubre, los gitanos volvían a su amplio claro del bosque.
La gente del pueblo sabía que allí se encontraban y podrías buscarles para cualquier cosa.
Me llamo Mario y tengo 14 años.
Un día de aquel otoño, fui a verles. Todo parecía alegre y sus carruajes estaban encendidos con velas que alumbraban la noche.
Busqué con decisión a alguna persona para hablar con ella y averiguar por una vez como eran, sus gustos, cultos…había oído tantas historias misteriosas.
Pero mis pensamientos e ilusiones se desvanecieron al ver que allí no había nadie.
Era extraño. Parecía que aquello era una fiesta, pero cuando me acerque más parecía un entierro.
Una gran hoguera en el centro del claro iluminaba mi cara y al otro lado, pude ver una mujer que me miraba fijamente.
Tenía el cabello oscuro sujetado por unas trenzas.
Me asusté pero al instante me aproximé a ella y la pregunté qué había sucedido.
Me explicó que acababan de venir unos hombres con escopetas y se habían llevado a sus compañeros
Suponía que los habían matado a balazos.
Entre sollozos, dijo que había conseguido escapar gracias a su caballo árabe, negro , precioso, que había comprado hacía mucho tiempo en una feria. Los vendedores no sabían cuanto valía realmente.
Ella se había escondido con él cuando los vio venir.
Los echaban de allí porque llevaban un pergamino en el que ponía que esas tierras, eran ahora propiedad del Sr. Mandil
No sé porqué pero le dije que iba a ayudarla a escapar de allí y conseguir una nueva vida, porque si la veía, la mataría.
Nadie podía estar en la propiedad de otra persona sin su permiso. Si no, tenía que atenerse a las consecuencias.
Me respondía que le daba igual el peligro, pero iría con su caballo, que era lo que más le importaba en la vida.
Galopamos de noche por el bosque hasta llegar a un rio muy caudaloso.
Nos detuvimos a beber y montamos en el caballo pero una voz nos perturbó:
-Estaba dando una vuelta cuando escuche ruidos- Dijo el Sr. Mandil -Que caballo más bonito… está en buena forma… ¿no lo habrá robado no?...De todas formas como esta en mi propiedad me pertenece
-¡Nunca!- gritó la gitana.
El hombre sin más reparo disparó a la mujer que cayó al suelo como si fuera de plomo.El caballo relinchó y pataleó a el hombre que también fue derribado.
Monté en el jadeando y galopamos hacia un lugar más seguro.
Salimos de la propiedad y decidí quedarme con el semental, que me había aceptado.
Nos escondimos en la montaña y procuré mantenerle y hacer todo lo posible por que estuviera bien.
Mi familia y yo nos mudamos a otro pueblo y traté de olvidar a la verdadera dueña del caballo… pero no pude.
Conservaré lo que tanto quiso y no dejare nunca que nadie le haga daño, como le sucedió a ella.

lunes, 22 de febrero de 2010

Cuento de febrero


En un pueblo llamado la Lonja vivía una familia muy pobre. En Lonja había cuatro escuelas pero ninguno de los niños de aquella familia podía ir a alguna.
La familia estaba formada por cinco miembros. Juana, Edu y Manolo eran los niños y, Celia y Lolo sus padres.
Un día Juana enseño a su madre una vieja fábrica que había en el pueblo. Era oscura con los ladrillos caídos y envejecidos con el tiempo. Las antiguas vidrieras alegres y relucientes ahora estaban rotas y desparramadas por el suelo.
Entraron en el almacén y Juana condujo a Celia hasta una especie de compuerta.
Sus cabellos negros revoltosos y despeinados ondeaban al viento que entraba por las ventanas.
-¿A donde me llevas, Juana?- sus ojos pequeños y achinados, de un precioso color ámbar, miraban severos a su hija.
- ya verás, falta poco - dijo ella, satisfecha consigo misma.
Abrieron la trampilla y Juana dirigió a la mujer hasta una puerta de acebo carcomida por los insectos y termitas.
La abrió con decisión y sonrió mostrando una fila de dientes desiguales y amarillos
Dentro, se hallaban muchísimas cajas con cientos de bragas dentro. Pero no solo había bragas, había todo tipo de ropa interior femenina. Algunas eran verdaderas obras de arte
Celia estaba impresionada: rojas, con flores, amarillas, grandes, pequeñas tangas muy atrevido...
Pensó que con todo eso se podría hacer una tienda.
-¿Me has traído aquí por lo que creo que me has traído?
-Estoy segura que ganaras mucho dinero y podríamos mudarnos a otra casa, o mejor comprar una mucho mejor que la de ahora- Dijo Juana con aire soñador.
Madre e hija llevaron las cajas a casa y pensaron darle una sorpresa a su familia.
Manolo estaba duchándose cuando llegaron y Edu leyendo, como siempre. Ahora se estaba interesando por la literatura griega y tenía todo tiempo de obras de distintos autores, que nadie sabía de dónde había sacado.
Las dos chicas comentaros a la familia la idea y a todo les aprecio genial
Todo salió perfecto. Primero vendieron las bragas bonitas y los tangas rojos.
El problema vino cuando solo quedaban unas bragas enormes que parecía que estaban destinadas a las elefantas.
Para comprar más material y ampliar el negocio, necesitaban venderlas porque habían gastado todo el dinero en la escuela de los niños, promocionarse y ampliar su casa.
Así que, se les ocurrió una gran idea, por tres bragas inmensas, que servirían como paño de cocina, regalarían un libro de Edu (que seguro que tenía mucho más éxito)
La gente al ver las reliquias con el cartel ‘’ Por la compra de tres bragas regalamos un libro’’ se reía, pero luego aceptaba la oferta.
Consiguieron más bragas de las buenas y no volvieron a comprar las gigantes.
Su negocio iba muy bien y nunca más volvieron a pasar hambre gracias a la ropa interior de mujer de hacía mucho tiempo.

domingo, 31 de enero de 2010

CUENTO DE ENERO



Un hombre caminaba por las abarrotadas calles de Madrid.Llevaba un traje negro, característico de los espías o detectives, aunque él no fuese ninguno de esas dos profesiones.
Sus cabellos, alborotados, hacían remolimos dándole un aspecto muy atractivo.
Se paró en un banco y saco dinero, 300.000 euros y, como un robot imparable,siguió andando sin descanso hasta encontrar su destino.
Era un bloque de edificios cerca de la plaza Mayor
Muy viejo, con aspecto que hacía pensar que nadie podría vivir allí.
La fachada marrón oscura, las telarañas las ventanas rotas con madera oscura y la entrada pesada y carcomida por el tiempo ,daban un aire fantasmal.
Entró por la puerta, que cedió solo con tirar del antiguo pomo, y escuchó una voz:
-¿Para que me ha llamado?-pregunto una voz bastante grave.
-Tengo un trabajo para ti Martinez, nuestra empresa se va por la borda - contestó el hombre del traje oscuro.
-¿Vuestra empresa?Si vosotros no tenéis empresa..bueno más o menos, sois una tapadera o no? -Martinez sonrió sacando de quicio a Lotini (así se llamaba el hombre de la empresa)
-Más o menos..si.. necesito que asesines a Mario Bruni, un empresario que vive en la calle Fuencarral, de acuerdo?
-¿No podrían hacerlo tus amiguitos Italianos? - dijo Martinez sonriendo y bostezando descaradamente - te costará caro... vamos a ver ...dame un millón de euros, aunque por adelantado dame 300.000
-Perfecto¿Sabes como lo vas ha hacer? - dijo Lotini mirándolo fijamente con sus ojos verdes y brillantes como esmeraldas.
-Sí. Trabaja en un empresa de secadores de pelo he oído...pues bien incendiaré su casa asegurándome de que esté solo.
-El nunca esta solo... - dijo Lotini con picardía.
-Pues bien, en su despacho.

En los siguientes meses, el señor Martinez había seguido a Mario por todas partes.
Sabia perfectamente a que lugares se dirigía, con quien se relacionaba, sus gestos, costumbres, relaciones sentimentales...TODO.
Sus ojos negros como ala de cuervo le seguían a todas horas y descubrió que no hacia falta asesinarle ,era un hombre indefenso, pero que tenía una formula para diseñar electrodomésticos brillantes pequeños y eficaces.
Pensó que lo más sencillo era borrar ese documento y él solo se desmoronaría
Así que, sin más reparo, planeó todo el incendio que arrasaría su despacho.

Llegó el martes, Martinez, como profesional y veterano que era, no estaba nada nervioso.
Aprovechó la ausencia de Mario para buscar los papeles.
Los encontró en un cajón escondido dentro de una mesilla de noche .
Cogió una cerilla, un spray y encendió una llama, que fue como un relámpago a parar a las cortinas y a los papeles.
Pasó una hora y por fin los papeles se retorcían en un fuego debastador y abrasante.
Martinez salió de allí y volvió a su apartamento. Llamó a Lotini.
-Señor, trabajo terminado, no queda nada.
-Excelente, mañana a las 17:00 en el caserón.
Martinez se hecho en la cama. Estaba agotado y un segundo despues se había quedado completamente dormido.
A la mañana siguiente no notó nada extraño en su apariencia, hasta que se miró en el espejo.
Tenía toda la cara cubierta de una mata de pelo rojizo, largo y melenudo.
Las manos no tenían piel sana, esta se despegaba a tiras en carne viva.
Se quedo horrorizado ¿Cómo había podido suceder? Él que era el mejor asesino del mundo, tan famoso entre la mafia...
Empezó a escuchar el crepitar de las llamas en su cabeza y no pudo más, se tiró por el balcón.
Al día siguiente , la policía encontró el cuerpo aparentemente intacto, menos por el cráneo que estaba roto y totalmente descolocado.
Nadie supo jamás la historia de aquel hombre y el porque de su muerte.
Esta se convirtió en una leyenda vagabunda utilizada por los hermanos para asustarse entre sí.
Era un misterio.