martes, 9 de marzo de 2010

CUENTO DE MARZO.


Todos los años, el 17 de octubre, los gitanos volvían a su amplio claro del bosque.
La gente del pueblo sabía que allí se encontraban y podrías buscarles para cualquier cosa.
Me llamo Mario y tengo 14 años.
Un día de aquel otoño, fui a verles. Todo parecía alegre y sus carruajes estaban encendidos con velas que alumbraban la noche.
Busqué con decisión a alguna persona para hablar con ella y averiguar por una vez como eran, sus gustos, cultos…había oído tantas historias misteriosas.
Pero mis pensamientos e ilusiones se desvanecieron al ver que allí no había nadie.
Era extraño. Parecía que aquello era una fiesta, pero cuando me acerque más parecía un entierro.
Una gran hoguera en el centro del claro iluminaba mi cara y al otro lado, pude ver una mujer que me miraba fijamente.
Tenía el cabello oscuro sujetado por unas trenzas.
Me asusté pero al instante me aproximé a ella y la pregunté qué había sucedido.
Me explicó que acababan de venir unos hombres con escopetas y se habían llevado a sus compañeros
Suponía que los habían matado a balazos.
Entre sollozos, dijo que había conseguido escapar gracias a su caballo árabe, negro , precioso, que había comprado hacía mucho tiempo en una feria. Los vendedores no sabían cuanto valía realmente.
Ella se había escondido con él cuando los vio venir.
Los echaban de allí porque llevaban un pergamino en el que ponía que esas tierras, eran ahora propiedad del Sr. Mandil
No sé porqué pero le dije que iba a ayudarla a escapar de allí y conseguir una nueva vida, porque si la veía, la mataría.
Nadie podía estar en la propiedad de otra persona sin su permiso. Si no, tenía que atenerse a las consecuencias.
Me respondía que le daba igual el peligro, pero iría con su caballo, que era lo que más le importaba en la vida.
Galopamos de noche por el bosque hasta llegar a un rio muy caudaloso.
Nos detuvimos a beber y montamos en el caballo pero una voz nos perturbó:
-Estaba dando una vuelta cuando escuche ruidos- Dijo el Sr. Mandil -Que caballo más bonito… está en buena forma… ¿no lo habrá robado no?...De todas formas como esta en mi propiedad me pertenece
-¡Nunca!- gritó la gitana.
El hombre sin más reparo disparó a la mujer que cayó al suelo como si fuera de plomo.El caballo relinchó y pataleó a el hombre que también fue derribado.
Monté en el jadeando y galopamos hacia un lugar más seguro.
Salimos de la propiedad y decidí quedarme con el semental, que me había aceptado.
Nos escondimos en la montaña y procuré mantenerle y hacer todo lo posible por que estuviera bien.
Mi familia y yo nos mudamos a otro pueblo y traté de olvidar a la verdadera dueña del caballo… pero no pude.
Conservaré lo que tanto quiso y no dejare nunca que nadie le haga daño, como le sucedió a ella.