miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cuento de noviembre

Un buen día, en una ruidosa clase de un instituto de Cádiz, dos compañeros estaban hablando amigablemente.
Pedro, que así se llamaba uno, dijo a Joaquín que no sabía que hacer, porque por su comunión, le habían contado sus primos, que sus tíos le iban a hacer un regalo. El regalo era un viaje a Egipto durante un mes con quien el quisiese y con todos los gastos pagados.
Pero que él no quería porque prefería quedar con sus amigos ya que Egipto no le gustaba.
Joaquín, le respondió con una fabula.
En la antigüedad un rey muy poderoso le dijo a sus nobles que hicieran una justa. El ganador se llevaría el mejor caballo del rey, Relámpago, que era blanco como la nieve y corría más veloz que ningún otro. La justa se celebró y los caballeros intentaron esforzarse lo mejor que pudieron, pero solo uno consiguió la victoria final. El ganador fue el Conde Evaristo que era conocido por su arrogancia y estupidez, aunque era el más temido por todos.
El único que se atrevía a dirigirse a él era el mismo rey.
Como había prometido, el rey fue con su corte al feudo de Evaristo donde este le esperaba.
El rey entró de una forma muy llamativa con el caballo lleno de oro.
-Aquí tiene usted el más preciado corcel, gran noble.
-Muchas gracias, mi señor.
El rey quitó a Relámpago su armadura de oro y el conde se enfureció.
-¡Mi señor, si vos le quitáis al caballo su dorada armadura, le quitará toda su gracia!
-Lo más valioso no es el oro, sino el caballo, para eso luchó en la justa.
-No sé si se ha dado cuenta de que es viejo, esta gordo, y que en dos años ya habrá muerto y no servirá de nada. Si me diese el oro podría comprar uno mejor, más joven y adiestrarlo…
El rey, iracundo, cogió el caballo y lo llevó con su corte para regresar al castillo.
Así, el conde quedó sin caballo, sin oro y habiendo perdido esfuerzo y dinero en una justa sin premio.
Por eso dice el dicho, << a caballo regalado no le mires los dientes>>.
Pedro dijo que iba a seguir el consejo de Joaquín y qué le había gustado mucho. Recapacito y pensó que lo mejor sería aceptar el viaje y llevarse a sus amigos con él.
Joaquín se alegró mucho de que hubiera seguido su consejo.
Como a Irene le gusto mucho la fábula, la puso en su redacción de lengua junta con dos versos:

No te fijes en los defectos de lo que has lograd,
Se feliz con lo que tienes y has ganado

Primera redacción de 3º. Cuento de octubre

Rodrigo salió de la capilla a paso ligero. La lluvia mojaba su túnica marrón como la corteza de un árbol.
Estaba próximo a la verja cuando se encontró con Pablo Fernández
Este le dijo una cosa que le sorprendió muchísimo.
-¡Rodrigo, Rodrigo! ha desaparecido la biblia copiada del convento ¡la habíamos terminado ayer, nos ha costado años!
-No puede ser… ¿no tienes ninguna idea de quien a podido haberla robado?
-No…pero tú eres muy astuto, tú puedes averiguarlo
-Intentaré investigar
Así pues, Rodrigo se recorrió el feudo pero nadie sabía. Hasta preguntó a un caballero, pero nada.
Cuando había perdió la esperanza, llego a su casa y nada más entrar el recinto, se percató de que tenía la puerta abierta, Dentro estaba el cadáver de un hombre deformado que sostenía el libro cubierto de sangre.
Corrió al convento y se lo contó a todo el mundo. Al parecer nadie conocía al chico, que fue enterrado.
Rodrigo, se encerró en la biblioteca donde había una galería y se dio cuenta de que el hombre pintado en el tríptico era el mismo que el que había enterrado hacía unas pocas horas. Corrió a su tumba y estaba vacía.
Pasados unos años la historia siguió allí, y se quedó como un misterio.
Los sucesos se convirtieron en leyenda que fue contada a lo largo de los siglos, hasta nuestros días.
Los cristianos lo cuentan como un milagro en el que el hombre deformado era en realidad San Cristóbal, que se había presentado para salvar la biblia.