lunes, 23 de mayo de 2011

Cuento de abril

Querido juez:
Quería decirle que yo soy una persona de bien, no hice daño a nadie. La acusación del asesinato de esa joven es totalmente falsa. Yo nací en Madrid, mi madre trabajaba en una discoteca como camarera y mi padre había muerto hacía años. Como en casa no había casi dinero, decidí venirme aquí, a Barcelona para conseguir trabajo, y mantener a mi madre enviándole el dinero. Allí, me hice unos amigos que eran como una gran familia entre ellos. Eran muy atentos conmigo y decían que lo iban a dar todo por mí. Un día fuimos todos a un descampado, y estaban intercambiando mercancía para venderla en su negocio familiar, un bar muy famoso llamado ‘’El caballo’’
A cambio, pedían que les hiciésemos un trabajito, que tenía que efectuar yo aunque no me dijeron en qué consistía hasta llegar a casa. Allí me contaron que las personas que nos la habían vendido, eran otra gran familia amiga, y que había que obtener beneficios comunes, y yo tenía que ir a buscar chicas dispuestas a trabajar en el bar. Yo lo entendí totalmente y las busque, encontré a dos chicas menores que estaban por la labor, les dije que podían dejarlo cuando quisiesen pero no sabía si mi familia iba a estar muy de acuerdo.
Pasaron dos meses y trabajaron muy duro, por una miseria, y fue entonces, cuando la más joven de ellas, quiso largarse con un joven que había conocido ejerciendo su trabajo, y como en todo trabajo, las relaciones sentimentales no deben estar permitidas.
A sí que fui a su casa y la conté lo que ocurría, aunque claro, ella no parecía estar muy contenta. Yo saque mi pistola, pero solo lo hice para asustarla claro está, después me insulto, la cogió, y se pegó un tiro.
Ahora como le digo, quieren meterme en la cárcel por ello, pero yo no tuve nada que ver en su suicidio.

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